lunes, 9 de noviembre de 2009

En una Galaxy lejana, muy lejana...

Después de la Gran Explosión, el universo se enfría rápidamente expandiéndose. Esta infografía esquemática muestra la probable ubicación de GRB090423, el objeto más distante jamás encontrado, una explosión de rayos gama que ocurrió aproximadamente 630 millones de años después de la Gran Explosión. Crédito: Nature, como fue adaptado de Bennett et al. 2005

Los astrónomos acaban de publicar el descubrimiento del objeto más lejano conocido en el cosmos: una estrella que explotó cuando el universo tenía sólo 630 millones años de edad, sólo el 4,6% de su edad actual. La luz de este cataclismo había estado viajando hacia nosotros por cerca de 13 mil millones de años, para llegar finalmente aquí el pasado 23 de abril. Fue descubierta sólo porque una estrella que muere es extremadamente brillante -emite tanta energía en sus últimos momentos como la que el sol emite a lo largo de unos mil millones de años de su vida- y, por supuesto, porque los astrónomos habían estado buscando sólo ese tipo de actividad.

La explosión fue de un estallido de rayos gamma (GRB). Los acontecimientos más brillantes en el universo conocido, los GRB, se producen una vez al día, aleatoriamente, indistintamente en cualquier lugar del cielo; la mayoría de ellos brillan por minutos -tiempo relativamente corto- y se encuentran en medio de las galaxias. Se cree que se producen en las clases extremas de las supernovas, estrellas masivas que mueren en forma explosiva. Los científicos estudian los GRBs no sólo para comprender la naturaleza de estas portentosas explosiones y los últimos momentos de vida de las estrellas gigantes, sino también porque son faros cósmicos que se pueden ver desde muy lejos.

El observatorio de rayos X XMM-Newton detecta el resplandor GRB090423. Crédito: Darach Watson (Dark Cosmology Centre, University of Copenhagen) and ESA

El astrónomo del CfA (Centro Astrofísico Smithsoniano de Harvard), Edo Berger, es un miembro de un gran equipo internacional de científicos que informan en la revista Nature de esta semana sobre el descubrimiento de los GRB más lejanos -y el objeto más distante de cualquier tipo- conocidos hasta hoy. La explosión fue registrada por el satélite Swift de la NASA, una misión diseñada específicamente para encontrar estos acontecimientos fugaces y para facilitar el rápido seguimiento de las observaciones. Posteriormente, el equipo utilizó cinco telescopios terrestres con diferentes instrumentos para determinar la ubicación precisa en el cielo donde ocurrió el GRB, con la esperanza de detectar las consecuencias de la explosión. No encontraron nada en la zona visible del espectro, pero fueron capaces de detectar un brillo en varias longitudes de onda infrarrojas. Este color rojo es muy característico de un objeto a distancias cosmológicas, y las mediciones del equipo eran lo suficientemente precisas para que puedan localizarlo, con una incertidumbre formal de menos del uno por ciento, en el tiempo cuando el universo era muy joven.

Los resultados son emocionantes porque amplían nuestro conocimiento directo del universo primitivo de nuevo en una época que de lo contrario es más bien misterioso. No se sabe, por ejemplo, si las estrellas en estas primeras épocas producen explosiones de rayos gamma o supernovas convencionales; en cambio su comportamiento puede ser tan diferente del de las estrellas en nuestro entorno actual, carente de muchos de los elementos químicos que se produjeron durante miles de millones de años de tiempo, que sus propiedades pueden resultar extrañas. El nuevo documento, además de describir el descubrimiento, aporta pruebas que tentativamente sugieren que al menos esta estrella en particular y su dramática muerte se parecen a los casos encontrados en nuestro más familiar universo local.

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